Saturday, December 16, 2006

Hernán Blinder

Byf, 12 de dic. 2006


Hernán Blinder

*
Tengo una nueva planta, la inventé yo
es imposible sacar a luz a una nueva planta
las que vemos en las calles son suficientes
qué necesidad tenía de inventar
otra razón oxígeno adentro-oxígeno afuera
si lo importante era su función y no su apariencia.
También me dijo que le había surgido una frase.
Los frutos del Cervezo.
Y que los había ilustrado. A los frutos.
Me llevó por un pasillo que divide mi casa en dos,
antes de cruzarlo me entregaba a ser su padre
y que detrás crecía-así decía-
su obsesión con la palabra
(en ese momento era pasillo)
que ni él sabía que quería decir eso,
pero encontrarse a él mismo ilustrando su frase
como una particularidad de la tarde
se convertía en creencia.
Los frutos del cervezo, escrita con letra desesperada, con brocha gorda
acentuando el misterio poderoso que irradia esa frase.
Sabía que esa frase en él era solo el principio de un devenir,
que otras manifestaciones de su autoría
reforzarían – harían coherente – su desesperación.
Fui al cuadro. Eran doce manchas amarillas con un fondo blanco,
formas irreconocibles que sudaban burbujas,
las mismas de una etiqueta de botella de cerveza vacía
apoyada en la mesa,
atiborrada de pomos de amarillo. Amarillo cerveza digo,
acento en silencio.
A esas manchas las llamó frutos, se vanagloriaba de ello
era una manía nerviosa cuya energía lo rebalsaba
y que le hizo perder la Pera.
Se mordió los labios
y me tomó de las orejas con las manos frías
y raspó su nariz con la mía.
Sabía que pensaba que yo creía que estaba loco,
no importó, me sedujo su vaivén desmedido
que en cualquier momento terminaría con la presencia de los dos
Vayamos a tomar aire que si vemos una fruta
El sol tal vez te entienda.
La fruta explica su capricho:
¿Hacemos una jodita?
Pregunta al mismo tiempo que su cara se hace concentración
en ese ritmo suyo, en el de ser padre y hacerse preguntas
como las de él pasando el pasillo.
Salté del piso y abrí mi boca lo más que pude
y le mostré todos mis dientes
y me dolió tanto tener que actuar tan desmedidamente para entrar en su sintonía
que el esfuerzo por volver a una coherencia
me hizo entender que no había ningún misterio en la frase
ni en los frutos, ni en él. Se trataba de aguantar.
Aguantar para después transitar el hartazgo.

Hasta se hizo difícil salir a la calle, llamar al picaporte,
que sea picaporte la única vía para acceder a la calle.
Busqué en mis bolsillos y encontré una piedra
que no se parecía a nada,
que me tranquilizó, a él más.
Y antes que tratara de encontrar alguna coincidencia,
Salimos a la calle
con la urgencia de reconocer frutos.


*
Cuando hablan con riqueza técnica
sus cuerpos, incómodos

Entiendo que los textos
reseñas de fugaces pensamientos
sean recordados al despertar
y que una repetida lectura
vaya generando pequeños cambios
casi imperceptibles

El cuerpo reconoce, detecta
lo ajeno, las fuerzas externas
que irrumpen la expresión

Escribir más pausado.
Que la misma caligrafía
sea más linda:
la luz del faro recorre cada espuma creada por las olas
por la fuerza del bote que hunde la panza
y la madera húmeda cruje en cada esfuerzo
para llegar sanos y salvos a tierra.


*
Ir en bicicleta a un empedrado
exagerando un poco,
no se parece nada
a estar en el infierno.
No es que nada diga no pienses y hables
o no cantes y bajes la escalera al mismo tiempo
ya el hecho de viajar es barato y enriquecedor.

Aprendes todas las capitales
sin sus provincias
y con orgullo gritas:
¡Me da igual
que Jujuy sea el límite
de otro país, y Ushuaia
de una heladería!

El empedrado y la bicicleta
qué cosas tan ambiguas

Pero cuánta alegría traen
aunque no se parezcan nada.



*
La autopista cuando desaparece
el sentido de ubicación
cuando verse el atardecer
perderse entre edificios.

Apoyar la parte más fría del cuerpo
funde el cuello en el respaldo
no hay dónde apoyar la cabeza
acariciar la parte de atrás.

El movimiento es atrás
dar cuenta al estirar los brazos
las palmas de las manos
siguen un recorrido aleatorio.


*
Cúpula I:
Pan, leche, manteca, sal, cigarrillos, vino.

Cúpula II:
Pizarra: recuerdo de la última compra.

Cúpula III
Despierta interés saber qué es una cúpula.


*
Me voy y me quedo
con tus sabias palabras
parecidas a las mías
solo que
como eran mías
pensé
que nadie más las pensaba.



*
Ante los ojos de la agitación y la sorpresa
de un dedo que creyó una superficie blanda por dura
hemos cumplido en el día
y somos durmientes, durmientes…

Anaeróbicas clases de gimnasios
de soltar la mano, sentados, no acostados
sobre el piso con la plasticidad ininterrumpida
de un solo movimiento preciso
hasta tener una caja blanca
un regalo de moño rojo y el ardor del pecho alegre.


Hernán Blinder (1984)



A Manuel, Diego, Javier, Camilo, Pablo, Gloria, Oscar, Agustina

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